Para aprender a cuidar nuestra casa
La Tierra es ni más ni menos que el lugar donde nacimos, vivimos y habitaremos siempre. Y así también nuestros descendientes. Si no hubiera planeta Tierra, nosotros no existiríamos, y si algún día deja de haberlo, la humanidad misma va a extinguirse, porque si bien es improbable que el planeta desaparezca, no es difícil que -de continuar el ser humano tratándolo tan mal como hasta ahora- gran parte sea destruido. La solución es una sola: cuidarlo.
Lo primero que hay que aclarar, aunque parezca obvio, es que este día se instituyó en resguardo de la Tierra (así, con mayúscula) como planeta, y no de la "tierra" (con minúscula) como "suelo" o "elemento de la superficie"... El término "Earth Day" es muy claro al respecto, pero su traducción puede llevar a la confusión de los menos atentos. Lo cierto es que el Día de la Tierra contempla muchos otros aspectos además de la "tierra" propiamente dicha: esta fecha se instauró en Estados Unidos en 1970, por iniciativa de Gaylord Nelson, quien logró unir a 20 millones de compatriotas para crear una agenda nacional sobre el medio ambiente, un llamando a revertir la preocupante tendencia de agresión a nuestro planeta. Es que con su elevada cantidad de acciones despreocupadas y nocivas, el ser humano está destruyendo lentamente su planeta, su propia casa.
Nelson decidió plasmar en una acción concreta su preocupación al notar que el hombre ha puesto en peligro el futuro del agua, los bosques, la energía y la biodiversidad ambiental, que permite el desarrollo de todas las especies en armonía.
Lo primero que hay que aclarar, aunque parezca obvio, es que este día se instituyó en resguardo de la Tierra (así, con mayúscula) como planeta, y no de la "tierra" (con minúscula) como "suelo" o "elemento de la superficie"... El término "Earth Day" es muy claro al respecto, pero su traducción puede llevar a la confusión de los menos atentos. Lo cierto es que el Día de la Tierra contempla muchos otros aspectos además de la "tierra" propiamente dicha: esta fecha se instauró en Estados Unidos en 1970, por iniciativa de Gaylord Nelson, quien logró unir a 20 millones de compatriotas para crear una agenda nacional sobre el medio ambiente, un llamando a revertir la preocupante tendencia de agresión a nuestro planeta. Es que con su elevada cantidad de acciones despreocupadas y nocivas, el ser humano está destruyendo lentamente su planeta, su propia casa.
Nelson decidió plasmar en una acción concreta su preocupación al notar que el hombre ha puesto en peligro el futuro del agua, los bosques, la energía y la biodiversidad ambiental, que permite el desarrollo de todas las especies en armonía.
La celebración se fue extendiendo luego a todo el mundo, y tuvo su pico más alto en 1990, cuando alrededor de 200 millones de personas en 141 países (en lo que fue considerada por muchos la mayor manifestación popular de la historia) realizaron todo tipo de celebraciones, algunas muy llamativas: En lugares tan lejanos como Lepizig, Viena y Burkina Faso se organizaron actividades contra la contaminación, ya sea plantando arbolitos o mediante "bicicleteadas" para promover los medios de transporte no contaminantes. En el mismo sentido, en Italia se bloquearon autopistas para llamar la atención sobre la contaminación que producen los automóviles. La limpieza fue también eje de diversas manifestaciones: un equipo de montañistas bajó más de dos toneladas de basura del Monte Everest. En Jordania, los protagonistas fueron más de 10.000 estudiantes que promovieron una campaña de limpieza nacional. El Río Loira, en Francia, es uno de los últimos ríos limpios de Europa, y para promover su cuidado se formó una cadena humana de 800 km. de largo.
El gran problema actual que impide una política unificada en torno a la protección del medio ambiente, es que muchas veces el trabajo frente a las amenazas futuras queda supeditado a las necesidades más urgentes, entonces miles de bosques son arrasados para destinar los terrenos a agricultura o ganadería, y miles de automóviles contaminan lentamente nuestras ciudades, emparchando los problemas actuales y poniendo en serio peligro la supervivencia de nuestros sucesores.
Pero los culpables no son sólo las grandes fábricas que tiran desechos a los ríos, ni las poderosas corporaciones que talan millones de hectáreas de árboles para vender su madera, ni las que lucran con la caza de especies en extinción... Los culpables somos también cada uno de nosotros, cada vez que tiramos un papel al suelo, cada vez que usamos un automóvil en mal estado, cada vez que usamos lavandina o detergente en nuestros lagos o ríos, cada vez que dejamos una canilla goteando, etc., etc. Todas estas acciones individuales, multiplicadas por miles y millones, son las causas de que se estén contaminando los suelos, destruyendo la capa de ozono y alterando el planeta, cambiando su clima y desencadenando extinciones.
Desde nuestro lugar de educadores, es importante entender y transmitir que la solución de estos problemas de enorme magnitud no está sólo en manos de los gobernantes, sino que exige la participación todos los ciudadanos comunes y corrientes (nosotros mismos) que solemos culpar a los demás de todos los males, pero no hacemos nada para cambiar la realidad, cuando lo que tenemos a nuestro alcance es realmente mucho en vistas de contribuir al mejoramiento del medio ambiente.
Se trata simplemente de vivir con respeto por los intereses públicos, y sobre todo de educar e inspirar acciones de protección del medio ambiente. Esa acción debe ser desde lo personal hasta lo comunitario, para que sea nacional y luego internacional. Debe nacer de cada uno. Para que haya un compromiso de TODO el mundo, es necesario el compromiso de CADA UNO de nosotros. Habrá que empezar por ahí. En esta causa como en ninguna otra somos todos una misma raza y un mismo pueblo, que debe unirse para cuidar nuestro hogar común.
La decisión depende de cada uno, y marcará el compromiso que se quiere asumir a la hora de hacer un aporte personal para el cuidado de nuestro planeta. Para que nuestros nietos y bisnietos tengan una casa como la nuestra.
Más información: http://www.earthday.net/ y http://www.educared.org.ar/
El gran problema actual que impide una política unificada en torno a la protección del medio ambiente, es que muchas veces el trabajo frente a las amenazas futuras queda supeditado a las necesidades más urgentes, entonces miles de bosques son arrasados para destinar los terrenos a agricultura o ganadería, y miles de automóviles contaminan lentamente nuestras ciudades, emparchando los problemas actuales y poniendo en serio peligro la supervivencia de nuestros sucesores.
Pero los culpables no son sólo las grandes fábricas que tiran desechos a los ríos, ni las poderosas corporaciones que talan millones de hectáreas de árboles para vender su madera, ni las que lucran con la caza de especies en extinción... Los culpables somos también cada uno de nosotros, cada vez que tiramos un papel al suelo, cada vez que usamos un automóvil en mal estado, cada vez que usamos lavandina o detergente en nuestros lagos o ríos, cada vez que dejamos una canilla goteando, etc., etc. Todas estas acciones individuales, multiplicadas por miles y millones, son las causas de que se estén contaminando los suelos, destruyendo la capa de ozono y alterando el planeta, cambiando su clima y desencadenando extinciones.
Desde nuestro lugar de educadores, es importante entender y transmitir que la solución de estos problemas de enorme magnitud no está sólo en manos de los gobernantes, sino que exige la participación todos los ciudadanos comunes y corrientes (nosotros mismos) que solemos culpar a los demás de todos los males, pero no hacemos nada para cambiar la realidad, cuando lo que tenemos a nuestro alcance es realmente mucho en vistas de contribuir al mejoramiento del medio ambiente.
Se trata simplemente de vivir con respeto por los intereses públicos, y sobre todo de educar e inspirar acciones de protección del medio ambiente. Esa acción debe ser desde lo personal hasta lo comunitario, para que sea nacional y luego internacional. Debe nacer de cada uno. Para que haya un compromiso de TODO el mundo, es necesario el compromiso de CADA UNO de nosotros. Habrá que empezar por ahí. En esta causa como en ninguna otra somos todos una misma raza y un mismo pueblo, que debe unirse para cuidar nuestro hogar común.
La decisión depende de cada uno, y marcará el compromiso que se quiere asumir a la hora de hacer un aporte personal para el cuidado de nuestro planeta. Para que nuestros nietos y bisnietos tengan una casa como la nuestra.
Más información: http://www.earthday.net/ y http://www.educared.org.ar/
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