por Olalla Cernuda
Pavorosas sequías en África —con sus correspondientes hambrunas—, desaparición de especies, inundaciones en Centroeuropa y Asia, huracanes en el Caribe, tifones en Asia, escasez de nieve en los Alpes, deshielo en el Himalaya y los polos... Desde hace años, los científicos ven un claro culpable detrás de buena parte de los males que asolan el planeta: el hombre.
La actividad humana está generando año a año un incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero, que provocan el progresivo e imparable aumento de las temperaturas del planeta. Intentar mitigar sus efectos está en nuestra mano, pero aún queda mucho por hacer, y los efectos del calentamiento global son ya inequívocos e imparables.
Pero si la situación es mala ahora, el futuro no se nos depara agradable. Los informes científicos son incuestionables: la Tierra se ha calentado durante los últimos 100 años 0,74 grados centígrados, y lo seguirá haciendo a un ritmo de 0,2 grados por década. Y aunque en la atmósfera la concentración de dióxido de carbono ha disminuido a causa de la crisisis económica —en España, en el primer semestre de 2009, se registró un descenso del 17% respecto al mismo periodo de 2008— las perspectivas de futuro no son buenas.
El cambio climático ya está provocando la muerte de unas 315.000 personas cada año como consecuencia del hambre, las enfermedades y los desastres naturales vinculados a su impacto en la Tierra. Según un informe presentado por el Foro Humanitario Global en Ginebra en junio de 2009, afecta de forma grave al bienestar de aproximadamente 325 millones de personas, y se espera que este número se duplique en 20 años, hasta alcanzar a un 10% de la población mundial (aproximadamente 6.700 millones).
De acuerdo con este informe, las pérdidas económicas vinculadas al cambio climático superan los 125.000 millones de dólares cada año (unos 90.000 millones de euros), y es probable que esta cifre aumente hasta 300.000 millones para el año 2030 (unos 215.000 millones de euros). Los países en vías de desarrollo soportan este impacto en un 90%, aunque contribuyen menos del 1% de las emisiones contaminantes que están calentando el planeta.
Paliar desastres como estos está en manos de la comunidad internacional que, poco a poco, va tomando conciencia del problema. En octubre de 2009 los ministros europeos de Medio Ambiente acordaron que la Unión Europea reduzca sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) en 2050 entre el 80 y el 95% respecto a los niveles de 1990, siempre que otros países hagan el mismo esfuerzo. Pero para que el esfuerzo comience a ser fructífero, es necesario que las promesas se concreten y, sobre todo, la implicación de un gigante, EEUU, que emite él solo el 25% de los gases contaminantes del mundo. Con la llegada de Obama a la Presidencia del país parecen haberse escalado puestos respecto a la intransigencia de su antecesor, George W. Bush, pero están por verse las iniciativas concretas.
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Foto: EFE
Fuente: ELMUNDO.ES
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