“La violencia ejercida sobre las mujeres es multidimensional, no solo hace referencia a la violencia doméstica sino que son múltiples las formas de violencia que las mujeres sufrimos, que no son otra cosa que el ejercicio del poder de un sexo sobre el otro, que se expresan en los lugares de trabajo, en los recorridos por la ciudad, en las escuelas, y no siempre se muestra como violencia física, sino que muchas veces es psicológica y económica”, sintetiza Ana Falú, Directora Regional de Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) para Brasil y el Cono Sur.
Durante su paso por Buenos Aires acompañó el seguimiento de las acciones que se llevan a cabo dentro de la campaña “16 Días de Activismo contra la Violencia hacia las Mujeres” que se desarrolla entre el 25 de noviembre y el 10 de diciembre. El trayecto de vida de esta “tucumana de nacimiento” coincide con el de muchas mujeres: militancia estudiantil de base, exilio durante la dictadura militar, lucha por los derechos humanos y acercamiento al feminismo. Hoy desde su posición en las Naciones Unidas establece un continuo entre todos esos momentos.
Esta arquitecta egresada de la Universidad Nacional de Tucumán sostiene que fueron y son “las feministas las que han hecho el gran aporte de colocar el problema de la violencia de género como una cuestión política en el siglo XX” y que, a su vez, la campaña de los 16 días que “surgió del feminismo y del movimiento de mujeres, y que posteriormente fue apropiada tanto por los gobiernos como por la sociedad civil en su conjunto de 135 países en el mundo, y esto no es poco” aunque sostiene que esta apropiación no es homogénea. “Acá en Argentina ha ido tomando cuerpo progresivamente. El Consejo Nacional de la Mujer en sus distintas instancias, el área de Mujer de la Cancillería y el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, como algunos gobiernos de las provincias que también han tomado la campaña como parte de su compromiso para levantar el tema de la violencia como un tema del ámbito público”.
Falú se emociona al recordar su encuentro con la hija de una de las Mariposas (nombre de lucha de las hermanas Mirabal) que murieron asesinadas por pelear contra la dictadura de Rafael Trujillo en República Dominicana y que dio origen a que en julio de 1981, durante el Primer Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe realizado en Bogotá, se estableciera el 25 de noviembre, día del asesinato de las hermanas Mirabal, como el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres. Y rememora los tiempos en que ella misma fue víctima de la violencia política. “Soy una militante desde siempre. Empecé en la izquierda desde muy temprana edad en una familia de hombres y mujeres militantes, pero fundamentalmente de hombres, quizás esto tenga que ver con mi lucha actual. Mi familia tanto materna como paterna ha estado siempre muy politizada y comprometida con la política del país; como decimos en Tucumán 'he mamado política desde siempre'. De chica milité desde la escuela secundaria y después en la Universidad Nacional de Tucumán. Cuando sobrevino la dictadura tuve un marido preso y un hermano desaparecido. Entonces tuve que salir exiliada. Comenzó entonces una etapa de lucha por los derechos humanos y de denuncia de la aberración del genocidio que estaba teniendo lugar en la Argentina. Este proceso de mi vida política me lleva a una reflexión sobre nuestra propia militancia, nuestros propios roles de hombres y mujeres de la juventud militante de los '70. Viví la experiencia de Chile y Brasil primero y Holanda después, -donde realizó un postgrado en Especialización en Vivienda Social-, que marcaron profundamente mi poscompromiso con las políticas de derechos humanos y el empezar a trabajar y a militar por los derechos de las mujeres. Nos costó mucho a quienes veníamos de la militancia de los '70 entender la importancia de la militancia en el feminismo, pero fue maravilloso el poder ver y poder dar este salto que sin duda ha ampliado mis fronteras”, reconoce.
Ana Falú fue líder del movimiento de mujeres latinas durante el proceso preparatorio para la Conferencia de Beijing (1995). Luego fue directora regional de UNIFEM para los Países Andinos, fue la co-coordinadora junto a Gina Vargas, de Perú, hacia la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, y hace ya cinco años que se desempeña en su cargo en las Naciones Unidas. “Llego a esta temporalidad de mi vida porque cuento con experiencias laborales y con compromisos que me han marcado muy fuertemente, llego a partir de mis compromisos militantes y políticos. Creo que la invitación a esta posición dentro de Naciones Unidas tiene que ver con todos estos procesos y estas actuaciones”, sostiene.
Si bien Ana Falú no identifica “un momento preciso, un corte”, reconoce que desde los años '80 está “cada vez más involucrada en la defensa de los derechos de las mujeres”. “He militado en organizaciones feministas, en organizaciones de mujeres y he participado en los encuentros latinoamericanos de mujeres. Creo que el Encuentro Feminista Latinoamericano en Lima, fue para mí un antes y un después. La apropiación y la consolidación de algunos debates con respecto al feminismo fue central para mí”.
“Hay un continuo que tiene que ver con las búsquedas permanentes que tenemos las personas en nuestro compromiso con nuestra sociedad y con nuestro tiempo. He tenido la suerte de ser partícipe y he sufrido los dolores de la generación del '70. Me auto reconozco fuertemente como una militante de los '70, me enorgullezco de las elecciones que hice, de los compromisos que construí, como me enorgullezco de los compromisos que construí a favor de los derechos humanos y de los derechos de las mujeres”, proclama.
Falú compara sus épocas de militante estudiantil con sus actividades actuales, entre las que se desempeña como profesora de la cátedra Arquitectura de la Universidad Nacional de Córdoba, docente de la cátedra de la maestría en Hábitat y Vivienda en el módulo Género y Hábitat, y de la Universidad Nacional Mar del Plata. También es investigadora del CONICET, y afirma: “Son lugares diferentes en los procedimientos pero no son diferentes en los compromisos”. “En todas las áreas de la vida las personas pueden hacer la diferencia y depende de cómo uno se posicione y asume los desafíos de cada una de las tareas que le encomiendan en cada una de las etapas de la vida. Los procedimientos son distintos, Naciones Unidas tiene sus formas necesarias para poder actuar en una institución defensora de los derechos humanos, un compromiso en pos de la paz en el mundo y con los objetivos del milenio, contra la desigualdad, la pobreza y por la igualdad de los géneros, pero yo hago mi trabajo con el mismo compromiso con que he militado, con que el que he dado clases y con el que espero seguir dandolas en la Universidad Nacional de Córdoba, con el que seguiré investigando y formando recursos humanos cuando vuelva a mis funciones en el Conicet. Es el compromiso que emana de la responsabilidad que una asume, que una tiene con una misma frente a lo que decide hacer”.
Es desde esa concepción y desde ese lugar de acción que Falú visitó su país natal para recalcar que “los derechos de las mujeres como los de todos y todas las discriminadas son insoslayables al desarrollo y a la construcción de nuestras sociedades”. “En la medida en que tengamos mujeres violentadas de alguna u otra manera, va a ser muy difícil que estas mujeres puedan ser ciudadanas activas y defensoras de la democracia, y de los derechos ciudadanos”, concluye.
¿Y por casa cómo andamos?
La directora regional de UNIFEM para Brasil y el Cono Sur tiene la posibilidad de mirar y comparar las diferentes realidades de género que se viven en América Latina, y es desde allí donde ubica a Argentina, su país originario. “A pesar de que no podemos hablar de una manera unívoca, hay distintas formas de medir las diferentes realidades, depende desde qué puntos de entrada: si la medimos con los indicadores de desigualdad o pobreza y la cruzamos con mujeres, o con mujeres jóvenes, o adultas mayores, o con las oportunidades de trabajo, ubicación en el mercado de trabajo. Argentina no difiere mucho de otros países de la región, porque demanda de políticas pro activas, políticas de acción positiva, de mayor compromiso que equiparen a las mujeres en el mercado de trabajo con respecto a los hombres. Si bien hemos avanzado en estos cambios culturales que permiten que las mujeres tengamos mayor reconocimiento, todavía son pocas las que se logran y necesitamos equiparar esto.'
'Pero desde la entrada de la participación política y su reconocimiento, Argentina es un país de punta y de avanzada en América Latina, es un ejemplo -concluye-. Gracias a la ley de cuotas que se votó en el año '91 y se reglamentó en el '93, batalla en la que luché, hoy en día hay un 40 por ciento de mujeres en el parlamento nacional, y por lo menos un 30 por ciento en todos los parlamentos de las provincias y consejos de las intendencias del país. Esto significa que estamos cambiando cultural y simbólicamente la cabeza de las y los argentinos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Anímate a comentar! ♥Tu opinión es muy importante para nosotros♥
¿Te ha resultado interesante esta entrada?
¡¡Compártela en tus redes sociales!!
Gracias ♥